La Mutilación Genital Femenina (MGF) es una práctica tradicional perjudicial con fuertes y ancestrales raíces socioculturales. Según la Organización Mundial de la Salud, comprende aquellos procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos. Internacionalmente reconocida como una extrema violación de los derechos humanos, la MGF perpetúa la desigualdad de género y la discriminación, afectando seriamente la salud y el bienestar de mujeres y niñas. UNFPA estima que más de 200 millones de mujeres y niñas que viven actualmente han sufrido esta práctica y alrededor de 68 millones de niñas se enfrentan a la mutilación genital femenina para 2030 si no aceleramos nuestros esfuerzos para abandonarla.
La MGF es un tema extremadamente complejo, sensible y politizado, difícil de entender solamente a través de definiciones normativas, clasificaciones y/o delimitaciones geográficas. Es necesario contar con una mirada antropológica del fenómeno para obtener una comprensión de su significación que permita abordar el tema con conocimiento y respeto. La MGF tiene un gran significado simbólico para las comunidades que la practican. En África, se vincula con dos valores básicos de la cultura: el sentimiento de pertenencia a la comunidad y la complementariedad entre los sexos. En algunas sociedades, la práctica sigue formando parte de ceremonias de iniciación a la edad adulta, influyendo directamente en la construcción de los roles y el estatus de las mujeres, otorgando identidad étnica y de género. Transmite un sentimiento de orgullo y de pertenencia al grupo, y se convierte en la prueba física que garantiza la feminidad y la virginidad de la niña y la obtención del conocimiento necesario para poder pertenecer a la comunidad y al mundo secreto de las mujeres (Kaplan, 1998; Kaplan, et al., 2013a). Cuando se indagan los motivos para continuar con la práctica, aparecen diversas razones:
La MGF se practica principalmente en 30 países de África subsahariana, así como en partes de Oriente Medio y Asia (Yemen, Omán, norte de Irak, ciertas regiones de India, Malasia e Indonesia, entre otros).
Sin embargo, debido a los flujos migratorios, lo que un día fue local es ahora global: la MGF pervive en diáspora y puede encontrarse en Europa, Australia, los Estados Unidos de América, etc. Allá donde migrantes llevan consigo su cultura.
La Organización Mundial de la Salud clasifica la MGF en cuatro tipos, en función de su extensión anatómica y severidad: Fuente de las imágenes: OMS, 2018.
Tipo I: resección parcial o total del clítoris y/o del prepucio (clitoridectomía)
Tipo II: resección parcial o total del clítoris y los labios menores, con o sin excisión de los labios mayores (excisión)
Tipo III: estrechamiento de la abertura vaginal para crear un sello mediante el corte y la recolocación de los labios menores o mayores, con o sin resección del clítoris (infibulación)
Tipo IV: todos los demás procedimientos lesivos de los genitales externos con fines no médicos, tales como la perforación, incisión, raspado o cauterización de la zona
Todos los tipos de MGF conllevan consecuencias perjudiciales para la salud y el bienestar de recién nacidos/as, niñas y mujeres a lo largo de sus vidas. La práctica tiene un impacto negativo en la salud materno-infantil, incrementando el riesgo de complicaciones obstétricas y muertes neonatales.
Organización no gubernamental con sede en Gambia que tiene como objetivo promover el desarrollo y la cooperación en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos, a través de la investigación y la transferencia de conocimientos.